¿Porqué formular los lentes de contacto?

Cuando se trata de cuidar la salud visual, muchas personas piensan en exámenes de la vista o en elegir buenas gafas. Sin embargo, quienes usan lentes de contacto deben prestar especial atención a algo igual de importante: la formulación correcta de sus lentes.
A diferencia de las gafas, los lentes de contacto se colocan directamente sobre el ojo, por lo que su ajuste, material, graduación y otros parámetros deben estar perfectamente adaptados a tus necesidades.

1. No todos los ojos son iguales

Cada ojo tiene características únicas. No solo varía la graduación, sino también la forma, el tamaño de la córnea, el nivel de lágrima, entre otros factores. Al formular un lente de contacto, el optómetra considera todos estos detalles para que el lente se adapte cómodamente y funcione correctamente.

Por ejemplo, un lente mal ajustado puede moverse demasiado, salirse del ojo o generar molestias. En algunos casos, puede incluso causar irritación o infecciones si no permite el paso suficiente de oxígeno al ojo. Formular los lentes permite evitar todos estos problemas desde el inicio.

Además, hay personas con condiciones específicas como el ojo seco, astigmatismo irregular o queratocono, que requieren lentes especiales. En estos casos, una fórmula genérica no solo es insuficiente, sino que puede agravar los síntomas. Un lente mal formulado en un paciente con necesidades particulares puede provocar visión borrosa persistente, sensación de cuerpo extraño o incluso daño a la superficie del ojo.

2. Porqué fórmula de lentes de contacto no es igual a la de las gafas

Muchas personas creen que pueden usar la misma graduación de sus gafas para lentes de contacto, pero esto no es correcto. La posición del lente en el ojo cambia el enfoque visual, por lo que se necesita una fórmula distinta.

Además de la graduación (miopía, hipermetropía, astigmatismo), los lentes de contacto incluyen parámetros como:

• Curva base: determina el ajuste del lente a la forma del ojo. Una curva demasiado plana o muy pronunciada puede hacer que el lente no se mantenga centrado o cause molestias.

• Diámetro: afecta cómo se acomoda el lente en la córnea. Un diámetro inadecuado puede interferir con el parpadeo o provocar que el lente se desplace.

• Tipo de material: algunos ojos necesitan materiales más transpirables o suaves. Por ejemplo, si tienes ojos sensibles o propensos a la sequedad, un lente de hidrogel de silicona podría ser más recomendable.

• Tiempo de uso: hay lentes diarios, quincenales o mensuales y la elección depende del estilo de vida y salud visual.

Por eso, un examen visual especializado es indispensable antes de usar lentes de contacto por primera vez o cuando se necesita cambiar la marca o tipo de lente. Incluso si ya has usado lentes antes, cualquier cambio en tu estilo de vida o salud ocular puede hacer necesaria una nueva formulación.

3. Mayor comodidad durante el uso

¿Has sentido alguna vez que tus lentes te resecan los ojos o que te molestan al final del día? Muchas veces, eso se debe a que los lentes no están bien formulados. Un lente adecuado debe sentirse natural y no causar molestias durante su uso.

Un optómetra puede ayudarte a elegir el material más cómodo para tus ojos, especialmente si trabajas muchas horas frente a una pantalla o en ambientes con aire acondicionado, donde los ojos se resecan más fácilmente.

También existen lentes especialmente diseñados para quienes tienen una producción lagrimal reducida, que incorporan tecnologías que ayudan a retener la humedad en la superficie ocular. Esto puede marcar una gran diferencia en tu calidad de vida diaria.

4. Evita complicaciones de salud visual

Usar lentes de contacto sin fórmula o con una incorrecta puede derivar en problemas como:

• Ojos rojos e irritados
• Infecciones
• Dolor de cabeza
• Visión borrosa
• Úlceras corneales (en casos graves)

Una formulación correcta, junto con buenos hábitos de higiene y uso, reduce significativamente el riesgo de estos problemas.

Es importante recordar que los lentes de contacto no son un producto “universal”. Comprarlos sin receta o por internet, sin una evaluación previa, puede parecer una solución práctica, pero pone en riesgo tu salud ocular.

5. Revisión periódica y actualizaciones

La fórmula de tus lentes de contacto no es para siempre. Con el tiempo, tu visión puede cambiar y también tus necesidades. Es recomendable visitar al optómetra al menos una vez al año para revisar la fórmula y asegurarse de que todo sigue funcionando bien. Además, la tecnología en lentes de contacto avanza rápidamente. Existen nuevos materiales, diseños y tratamientos que podrían mejorar aún más tu experiencia.

Por ejemplo, ya hay lentes con filtros de luz azul para quienes pasan muchas horas frente a pantallas, o con hidratación prolongada para ojos secos. También hay opciones multifocales para quienes comienzan a experimentar presbicia y desean evitar el uso de gafas para leer.

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